domingo, 18 de abril de 2021

CRÓNICA DE UNA VIDA ANUNCIADA

 

Acompañé a mi padre al mercado central, una tarde de aquellas que deberían olvidarse muy fácilmente y que no deberían también divisar mayor importancia, sin embargo me llevaba de la mano con un apretón muy fuerte y caminando demasiado rápido, lo último siempre fue su estilo, como si nos hubieran puesto un cronómetro para ver quién hace las compras más rápido, pero el llevarme de la mano ya no era común hace mucho tiempo, no era para menos, el tumulto de la gente era asfixiante, y por tanto recordable, era inevitable perderse entre tanto desorden y desorientarse con tanta facilidad; entonces esa cabecita reducida que apenas iba encontrando forma y que poco comprendía de relatividades y de materias exactas se hacia este tipo de preguntas: aquellas mismas personas que con tanto afán se apuraban y por algunos lados discutían y por otros reían, en 30 años aun existirían, qué sería de ellas, aun vivirían, dónde estarían, en medio de cuanta gente muerta estamos caminando?

Es bastante obvio que en el pasaje anterior nunca me hice la misma pregunta por mis cercanos y mucho menos por mí, la idea de la muerte siempre la he desviado y pues en algún remoto momento que pensé en ella, me imaginé el inmenso dolor que esta debe causar en los últimos suspiros y de repente un bloqueo, un muro mental cruza mi cabeza y se desvía nuevamente.

No ha vuelto a mi cabeza hasta hace poco, de cuando las estadísticas asomaron sin concretar. El tan famoso virus llegó y tocó a toda mi familia, así, de golpe, y a partir de ahí se dio inicio el vía crucis.

No te das cuenta que la portas y una simple gripe, con antelaciones de fiebres y malestares generales, te aquejan y a pesar de todas las advertencias que has leído, decides avanzar, pero nadie nunca dijo que hay que evitar los esfuerzos, exagerar en alguna actividad que implique la fuerza, lluvias y recorridos largos; esto me sucedió y como resultado, lo peor que nos puede pasar, sentir una limitación en la garganta que te impide procesar aquello de lo que nunca imaginaste carecer y a quien no tomamos importancia hasta que ya no está, hasta que nos hace falta, respirar; es cierto que el proceso es diferente por cada tipo de persona, varía de acuerdo a las circunstancias y momentos.

Lo demás ya es conocido por el común de personas que ha pasado muy a su pesar por todo esto o escuchando a algún conocido comentar su experiencia.

Balones de oxígeno, hospitales repletos, debes costear tu propia cama para entrar a un área de pre internamiento y esperar que la divina fortuna te ayude a ingresar a una instancia mayor, ya sea hospitalización, cuidados intermedios o intensivos, esto sólo si tienes un “contacto” (¿les suena la palabra?) o quizá si el médico entre tantos desvelos y trasnoches confunde tu nombre con el de otro y te da la gracia bendita de poder acceder a esto, que ya se convierte en una dicha extrema, el internamiento.

Es difícil mantener la calma y no pensar en la muerte como el siguiente paso, como desenlace, la desconfianza aumenta y sientes que no puedes fiarte de nadie, más que de tu propia familia, estás recostado en una cama sin poder moverte y con la desesperación de depender únicamente de una mascara de aire, los sudores son involuntarios, sin embargo no lo son tanto como los temores, el miedo en su máxima expresión, aquello a lo que siempre le fuiste esquivo se asoma con mucha facilidad, ahora ya no está aquel muro mental para ayudar a disiparlo, ahora lo miras fijamente a los ojos, la forma de sus facciones no son claras, pero el escalofrío aumenta al verlo esbozar una sonrisa, no me lo puedo guardar y tenía que expresarlo, mi hermano que a su vez fungía de ángel de la guarda, acerca su oído y me escucha decirlo: “TENGO MIEDO”.

Dentro del internamiento hay mil historias, pacientes en estados deplorables que te obligan a pensar en lo inservible que somos y lo desechables que nos convertimos, pero también hay pacientes estables que van mejorando y que te dan aires de esperanzas, piensas en las probabilidades, mides tus capacidades y limitaciones, muchos mejoramos y otros simplemente ya no pueden más.

Los días pasan y cada hora es crucial, sin embargo, desde el principio has escuchado palabras de aliento, pero con un mensaje de fondo, - ¡tú puedes, sé positivo, que de tu estado de ánimo depende mucho tu mejoría! -, es tan cruel este mal que no solo te afecta físicamente, también atenta tu mente y razonamiento; esto es más fácil de asimilar cuando sabes que el resto de tu familia se encuentra estable y que han dado todo por verte bien, cuando reconoces el amor de tus amigos que han hecho demasiado por ti, que hasta te genera rubores, y sobre todo cuando reconoces a una compañera de vida que te reafirma su amor por sobre todo y quien sin conocer razones es capaz de dar su vida por ti – sin prosa, literal la vida -, cómo devolver todo aquello?.

Ahora estando estable en casa y en proceso de mejoría, agradezco a Dios, por esta gran oportunidad de acercarme a él y también por la oportunidad de reconocer a las personas que han estado junto a mí en todo este recorrido, grandes personas que han marcado mi vida: mi familia por sobre todo, los amigos del alma, y a mi novia extraordinaria a quien le debo la vida, el alma, mi cuerpo, todo y a quien trataré de retribuir todo lo hecho.


Mis oraciones para lo que aún recorren la lucha por el dominio de su propia vida y mi pesar para quienes ya se despidieron de algún familiar o cercano.

 

Este post está dedicado para:

Mi hermano, mi ángel de la guarda:     Miguel Paima.

Mi amada:                                             Treisy Laulate.

Amigos:

                                                    Julio Surichaqui

                                                    David Gutierrez

                                                                 Naysha Cardenas

4 comentarios:

  1. Me he quedado helada. Estupenda narración,pero haber vivido esto y compartirlo lo hace valiosísimo. Gracias a Dios que te devolvió la salud, a orar sin cesar por los que siguen librando la batalla.

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  2. Una experiencia difícil de olvidar, una tristeza por los que ya no están y ahora queda una vida para agradecer y amar. Estoy contigo en que no somos nada y al mismo tiempo lo somos todo. Un saludo.

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    1. Tinta en las olas, me emociona, eres la que me inspira a hacer todo esto!

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