Acompañé a mi padre al mercado
central, una tarde de aquellas que deberían olvidarse muy fácilmente y que no deberían
también divisar mayor importancia, sin embargo me llevaba de la mano con un
apretón muy fuerte y caminando demasiado rápido, lo último siempre fue su
estilo, como si nos hubieran puesto un cronómetro para ver quién hace las
compras más rápido, pero el llevarme de la mano ya no era común hace mucho tiempo,
no era para menos, el tumulto de la gente era asfixiante, y por tanto recordable,
era inevitable perderse entre tanto desorden y desorientarse con tanta
facilidad; entonces esa cabecita reducida que apenas iba encontrando forma y
que poco comprendía de relatividades y de materias exactas se hacia este tipo
de preguntas: aquellas mismas personas que con tanto afán se apuraban y por
algunos lados discutían y por otros reían, en 30 años aun existirían, qué sería
de ellas, aun vivirían, dónde estarían, en medio de cuanta gente muerta estamos
caminando?
Es bastante obvio que en el
pasaje anterior nunca me hice la misma pregunta por mis cercanos y mucho menos
por mí, la idea de la muerte siempre la he desviado y pues en algún remoto
momento que pensé en ella, me imaginé el inmenso dolor que esta debe causar en
los últimos suspiros y de repente un bloqueo, un muro mental cruza mi cabeza y
se desvía nuevamente.
No ha vuelto a mi cabeza hasta
hace poco, de cuando las estadísticas asomaron sin concretar. El tan famoso
virus llegó y tocó a toda mi familia, así, de golpe, y a partir de ahí se dio
inicio el vía crucis.
No te das cuenta que la portas y
una simple gripe, con antelaciones de fiebres y malestares generales, te
aquejan y a pesar de todas las advertencias que has leído, decides avanzar,
pero nadie nunca dijo que hay que evitar los esfuerzos, exagerar en alguna
actividad que implique la fuerza, lluvias y recorridos largos; esto me sucedió
y como resultado, lo peor que nos puede pasar, sentir una limitación en la
garganta que te impide procesar aquello de lo que nunca imaginaste carecer y a
quien no tomamos importancia hasta que ya no está, hasta que nos hace falta,
respirar; es cierto que el proceso es diferente por cada tipo de persona, varía
de acuerdo a las circunstancias y momentos.
Lo demás ya es conocido por el
común de personas que ha pasado muy a su pesar por todo esto o escuchando a
algún conocido comentar su experiencia.
Balones de oxígeno, hospitales
repletos, debes costear tu propia cama para entrar a un área de pre
internamiento y esperar que la divina fortuna te ayude a ingresar a una
instancia mayor, ya sea hospitalización, cuidados intermedios o intensivos,
esto sólo si tienes un “contacto” (¿les suena la palabra?) o quizá si el médico
entre tantos desvelos y trasnoches confunde tu nombre con el de otro y te da la
gracia bendita de poder acceder a esto, que ya se convierte en una dicha
extrema, el internamiento.
Es difícil mantener la calma y no
pensar en la muerte como el siguiente paso, como desenlace, la desconfianza
aumenta y sientes que no puedes fiarte de nadie, más que de tu propia familia, estás
recostado en una cama sin poder moverte y con la desesperación de depender únicamente
de una mascara de aire, los sudores son involuntarios, sin embargo no lo son
tanto como los temores, el miedo en su máxima expresión, aquello a lo que
siempre le fuiste esquivo se asoma con mucha facilidad, ahora ya no está aquel
muro mental para ayudar a disiparlo, ahora lo miras fijamente a los ojos, la
forma de sus facciones no son claras, pero el escalofrío aumenta al verlo esbozar
una sonrisa, no me lo puedo guardar y tenía que expresarlo, mi hermano que a su
vez fungía de ángel de la guarda, acerca su oído y me escucha decirlo: “TENGO
MIEDO”.
Dentro del internamiento hay mil
historias, pacientes en estados deplorables que te obligan a pensar en lo
inservible que somos y lo desechables que nos convertimos, pero también hay
pacientes estables que van mejorando y que te dan aires de esperanzas, piensas
en las probabilidades, mides tus capacidades y limitaciones, muchos mejoramos y
otros simplemente ya no pueden más.
Los días pasan y cada hora es
crucial, sin embargo, desde el principio has escuchado palabras de aliento,
pero con un mensaje de fondo, - ¡tú puedes, sé positivo, que de tu estado de
ánimo depende mucho tu mejoría! -, es tan cruel este mal que no solo te afecta
físicamente, también atenta tu mente y razonamiento; esto es más fácil de
asimilar cuando sabes que el resto de tu familia se encuentra estable y que han
dado todo por verte bien, cuando reconoces el amor de tus amigos que han hecho
demasiado por ti, que hasta te genera rubores, y sobre todo cuando reconoces a
una compañera de vida que te reafirma su amor por sobre todo y quien sin
conocer razones es capaz de dar su vida por ti – sin prosa, literal la vida -,
cómo devolver todo aquello?.
Ahora estando estable en casa y
en proceso de mejoría, agradezco a Dios, por esta gran oportunidad de acercarme
a él y también por la oportunidad
de reconocer a las personas que han estado junto a mí en todo este recorrido, grandes
personas que han marcado mi vida: mi familia por sobre todo, los amigos del
alma, y a mi novia extraordinaria a quien le debo la vida, el alma, mi cuerpo,
todo y a quien trataré de retribuir todo lo hecho.
Mis oraciones para lo que aún recorren la lucha por el dominio de su propia vida y mi pesar para quienes ya se despidieron de algún familiar o cercano.
Este post está dedicado para:
Mi hermano, mi ángel de la
guarda: Miguel Paima.
Mi amada: Treisy Laulate.
Amigos:
Julio
Surichaqui
David Gutierrez
Naysha Cardenas
Me he quedado helada. Estupenda narración,pero haber vivido esto y compartirlo lo hace valiosísimo. Gracias a Dios que te devolvió la salud, a orar sin cesar por los que siguen librando la batalla.
ResponderEliminarGracias Maty, a seguir orando!
EliminarUna experiencia difícil de olvidar, una tristeza por los que ya no están y ahora queda una vida para agradecer y amar. Estoy contigo en que no somos nada y al mismo tiempo lo somos todo. Un saludo.
ResponderEliminarTinta en las olas, me emociona, eres la que me inspira a hacer todo esto!
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